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Elena Melián sigue viviendo un sueño. “Me pongo a ver en la televisión las competiciones que todavía se están realizando en Gwangju y me parece asombroso que hace nada fuera yo la que estaba ahí”, afirma.

Y es que a Melián todavía le cuesta creerse que en su primera cita mundialista se ha colgado su primer metal. Detrás quedan infinitas horas de entrenamiento, abandonar su hogar para ingresar en el CAR de Sant Cugat y el esfuerzo y la dedicación continua. Por delante, seguir progresando y mejorando cada día con el objetivo de poder llegar a una cita con los Juegos Olímpicos.

Mientras tanto, Elena Melián ha pasado apenas 48 horas en Gran Canaria para ver a su familia tras su paso por la cita mundialista. En esta efímera visita, Melián también ha aprovechado para darse una vuelta por su club, el Metropole, donde aprendió a nadar y donde se imaginó, en muchas ocasiones, subiéndose a un podio mundial. De hecho, Elena, que ayer vivía una mañana de protagonista en el club metropolista, ya experimentó hace años la situación a la inversa, cuando era Thais Henríquez quien paseaba sus metales, convirtiéndose en referente para, entre otras, Elena.

En relación a las vivencias que se lleva de su participación en el Mundial, Elena asegura que “ha sido una experiencia increíble. Durante los entrenamientos en Japón, donde estuvimos concentradas antes de irnos a Corea, la gente se acercaba a vernos, llenando la piscina. Luego, en Corea, hemos estado en el Mundial casi como si se tratara de una villa olímpica, compartiendo un edificio de 22 plantas con todos los nadadores españoles y de habla hispana, intercambiando sensaciones y viviendo la competición a tope”.

Ahora Elena vuelve a Barcelona para seguir entrenándose bajo las órdenes de Mayu Fujiki. Aunque es un sueño por cumplir, la nadadora todavía se pone nerviosa cuando le preguntan por los Juegos Olímpicos. «Sería maravilloso». Todo llegará.